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CÁÑAMO INDUSTRIAL: UN CULTIVO SUPERLATIVO

El cáñamo es una especie herbácea que se adapta a casi todas las latitudes, suelos y climas, por eso lo encontramos en lugares tan disímiles como los desiertos de África, los trópicos de Tailandia, México o el ártico de Siberia. Es un cultivo de alta densidad y alto rendimiento por hectárea, de baja necesidad hídrica, no requiere el uso de pesticidas, mejora el suelo donde es cultivado, absorbe gran cantidad de CO2 y está listo para cosechar en veinte semanas. La cantidad de materia prima que se obtiene en tan poco tiempo, con tan pocos recursos y en tan poco espacio, hacen del cáñamo una alternativa fuera del estándar. 

Por versatilidad y sustentabilidad, el cáñamo industrial posee características que lo destacan del resto de los cultivos. El cáñamo industrial puede y debe ser cultivado para la producción de papel como alternativa al de pulpa de madera. La deforestación, los monocultivos y los contaminantes químicos de la gigante industria del papel son razones suficientes para adoptar otra fuente. También puede ser sustituto del algodón en la industria textil para frenar la contaminación y sequía de ríos y afluentes. Es tan amplia la variedad de aplicaciones que el plástico tiene en nuestras vidas, como tan cierta es la amenaza de que su uso terminará contaminando cada rincón del planeta, que la discusión no debería estar en cómo deshacernos de él, sino en cómo convertirlo en un aliado. El cáñamo puede sustituir todos los productos petroquímicos que existen; plástico por bioplástico, fibra de vidrio por fibra vegetal y cualquier material compuesto por moldeo como jeringas, lentes de sol o cepillos de dientes.

La atomización de las cadenas de suministro, la inclusión de cooperativas y de pequeños y medianos agricultores a la base productiva es otro gran factor que aporta el cultivo de cáñamo industrial. Pero lo que corona al cáñamo como un cultivo superlativo es su capacidad de fitorremediación, es decir, de rehabilitar los suelos, depurar las aguas y limpiar el aire. Puede funcionar como una especie de aspiradora de sustancias tóxicas, tal como el maíz o el girasol, que junto al cáñamo se han encargado con éxito de la fitorremediación de lugares tan devastados como la zona de exclusión de Chernobyl en Ucrania. Después de cien años de merodear en las sombras, la agroindustria colaborativa y sustentable del cáñamo se está viendo con nueva luz. La prohibición del cáñamo se está derogando en forma gradual, estado por estado, país por país. Los viejos estigmas se van desvaneciendo y crece un movimiento del cual se podrá beneficiar el medioambiente, la sociedad y la economía. 

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